Des-ahogo

Decidí hace dos semanas empezar a trabajar el perdón y la aceptación, sentía que me pesaba mucho la culpa y quería cambiar poco a poco ese patrón de pensamiento.

Durante casi dos años he estado muy enfocada en mantenerme sana y mentalmente fuerte para que el autismo no me comiera y poder hacerle un hueco en mi vida sin romperme. Aunque he hecho un buen trabajo, así lo siento, la culpa ha sido mi sombra en todo momento. La sensación de que el autismo me ha robado tiempo para estar con mis otras dos hijas está ahí latente, la exigencia de si podría estar haciendo más cosas por Bruno es también constante, y luego los típicos dimes y diretes o el run run que ya es un «best seller», te cuento los míos: deberías cocinar aún más sano, tienes que hacer más Yoga, dedica más tiempo a estudiar, léete este libro, publica más en instagram, crea más contenido y demás lindezas que me digo que me machacan sin necesidad.

La vida es bella amigas, bellísima, pero hay días en los que tu plan es ir a visitar un pueblo precioso y tu cuerpo te dice que nanai, que ese día vas a sacar algunos millones de lágrimas que tu subconsciente ha decidido ir almacenando todo este tiempo.

Y así estoy, con dos aceites esenciales que me están sirviendo para abrirme a ver esas emociones que han creado raíces en mi alma, respirarlas, llorarlas y compartirlas con mis personas favoritas, que cuando estoy en el lado oscuro, se vuelven más favoritas todavía.

Os quiero mamá, Davinia, Ana y Emilio.

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